La importancia de los abrazos en la tercera edad

No hay duda de que los abrazos son una práctica agradable y saludable en cualquier momento de nuestras vidas. Nos aportan una mejor autoestima, nos reconfortan y nos hacen sentir queridos. Y precisamente por esta razón, sirven cómo herramienta terapéutica de gran valor a la hora de ayudar la vida de las personas de tercera edad.

Un abrazo siempre representa algo positivo, tanto a nivel físico como a nivel emocional. Es por esto, que en este artículo queremos hablaros sobre la importancia de los abrazos en la tercera edad. 

¿Qué beneficios tienen los abrazos en la tercera edad?

Quienes trabajan con las personas mayores saben perfectamente que abrazar también supone comunicarse y transmitir energías. Es un gesto que nos permite abordar problemas como la soledad, desde un enfoque mucho más íntimo y efectivo. Estos son los principales beneficios de los abrazos en la tercera edad:

 Sensación de protección

Un abrazo brinda confianza y seguridad, sobre todo en situaciones de angustia, ansiedad y/o nerviosismo.

Proporciona confort

Y además, ¡de un modo mucho más rápido! Las sensaciones corporales llegan antes al sistema nervioso y se interpretan de forma inmediata.

Produce oxitocina, serotonina y endorfinas

Otra razón por la cual tienen tanta importancia los abrazos en la tercera edad, es por la producción de este grupo de hormonas que guardan una estrecha relación con la sensación de bienestar y felicidad. Además, contrarresta el efecto negativo de otras hormonas como el cortisol y la adrenalina, relacionadas con las situaciones de ansiedad. 

 Favorecen a la oxigenación  del organismo

Esto ayuda a prolongar la vida de las células y retrasa el envejecimiento. Dar besos y abrazos ¡nos ayuda a mantenernos jóvenes! 

Se incrementa la producción de glóbulos blancos 

Efectivamente, los abrazos en la tercera edad nos ayudarán a producir glóbulos blancos, que son imprescindibles para que el sistema inmunitario funcione correctamente. 

Disminuye la presión arterial

Los responsables de esto son los corpúsculos de Pacini. Estos receptores sensoriales de la piel envían al cerebro un tipo de información que ayuda a regular los latidos del corazón y la presión sanguínea. 

En conclusión, todos los abrazos nos proporcionan un beneficio directo a la salud física y emocional. Pero lo más interesante es que su poder se prolonga en el tiempo. Tener como hábito realizar y recibir abrazos será siempre la mejor opción, tanto para niños como para adultos.