En este artículo te contamos qué consecuencias tiene la discriminación por edad y desmentimos todos los mitos sobre la vejez. ¡Descúbrelo!

Consecuencias de la discriminación por edad

La discriminación por edad, también llamada “edadismo” son las actitudes discriminatorias ejercidas hacia las personas mayores, que dan por hecho ciertos estereotipos en torno a la vejez. En efecto, el “edadismo” puede tomar muchas formas: prácticas discriminantes, actitudes prejuiciosas por parte de la sociedad y también, políticas y prácticas institucionales que ayudan a perpetuarla.

Cabe destacar que es el prejuicio social más normalizado por parte de todos y el menos peleado para conseguir un cambio colectivo. No obstante, esta situación conduce a consecuencias negativas tanto físicas como mentales para la gente mayor.

Las personas ancianas son percibidas como una carga – tanto a nivel común como a nivel económico – y esto desemboca en su marginación social.

En este artículo ya os contamos en profundidad qué es el edadismo y su clasificación, pues hoy, queremos contaros sus consecuencias.

¿Qué mitos son los más comunes?

Dentro del pensamiento estereotipado acerca de la gente mayor, se suelen repetir los mismos mitos -que son totalmente erróneos-  y que afectan a su percepción:

  • Se da por hecho que todas las personas mayores sufren algún tipo de deterioro cognitivo.
  • Se perciben como personas débiles y dependientes de los demás.
  • Se asume que son difíciles de tratar y con una actitud rígida frente a la vida.
  • Se relaciona la vejez con las actitudes depresivas.

Así pues, vamos a repasar cuáles son las principales consecuencias del “edadismo”:

Principales consecuencias de la discriminación por edad

  • A causa de esta discriminación por edad se sufre una percepción negativa con uno mismo y el propio envejecimiento.
  • En un estudio realizado por Levy et al se observó que el promedio de vida de las personas ancianas encuestadas que tenían actitudes negativas frente al envejecimiento fue 7,5 años más corto que el de las personas que tenían actitudes positivas.
  • Es un potenciador del aislamiento social y la depresión.
  • Provoca menos niveles de autonomía, menor productividad y mayor estrés cardiovascular.
  • Expone a la gente mayor a situaciones de malos tratos en los centros de salud.
  • Condiciona la percepción negativa, retrasando la realización, por ejemplo, de adaptaciones estructurales de la vivienda y pueden conllevar riesgo de autoexclusión.
  • Falta de presencia y representación en los medios de comunicación y las actividades públicas, con la consecuente invisibilización y ausencia de participación en la toma de decisiones.
  • Contribuye a la regulación del mercado laboral, limitando el acceso de personas de edad elevada.

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